“Diversidad lingüística y multilingüismo”
Primeramente
conviene resaltar que la diversidad
lingüística es la tónica dominante en nuestro planeta, en otras palabras, el monolingüismo es mucho
más extraño al mundo que el bilingüismo o multilingüismo, incluso en una misma
zona geográfica. Por lo tanto, seria de necios negar la existencia de la gran pluralidad
de lenguas existentes.
Por un lado, toda
lengua tiene un valor comunicativo indiscutible
y un valor simbólico muy potente. Con todo ello, se ha de tener en cuenta que la
lengua juega un rol muy importante en la identidad de las personas, además de
marcar la cultura de las mismas. Es decir, la lengua da significado a lo que
somos, y así mismo es la que nos hace pertenecer a un grupo concreto, facilitando
la integración y desarrollo personal. Por otro lado, la lengua que usamos es
nuestra carta de presentación ante la sociedad y el mundo en que nos movemos.
Es por estos
principios, por los cuales nos encontramos en la necesidad de conocer y
desenvolvernos correctamente en un determinado idioma. La consecución de este
objetivo supone un éxito como personas autónomas dentro de la sociedad. El
problema surge cuando en una misma área cohabitan diferentes lenguas, es el
momento de preguntarnos ¿cuál elegir? ¿cuál nos beneficiará más en el
futuro?...
Llegados a este
punto, la elección de una lengua en particular, en lugares donde conviven
varias de ellas, surge por las necesidades prácticas de cada individuo. Eso
es, la lengua elegida marcará
indirectamente nuestro propio futuro. Dependerá entonces de nosotros mismos el
conocer un idioma en su plenitud a la vez de enriquecernos con la diversidad
lingüística que nos rodea, o en cambio, conocer una lengua determinada y
renegar de la existencia de las demás.
Por un lado, una
lengua dominante conserva valores comunicativos y simbólicos inalterables, y se
usa de manera habitual, por otro lado, una lengua minoritaria no goza de este
lujo, es decir, aquí estos valores se encuentran separados, y por lo tanto el idioma
va perdiendo parte de su uso
comunicativo habitual, pero conserva su valor simbólico. En consecuencia, el deseo de hablar una
lengua determinada que está en retroceso termina por quedar relegada al
sentimiento de identidad de un grupo en particular, por causas políticas, nacionalistas o étnicas.
Finalmente, me
pregunto: ¿Por qué existe una rivalidad tan acusada entre la diversidad
lingüística? ¿Por qué no dominar una lengua plenamente y admitir la existencia
de otras?
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