jueves, 10 de octubre de 2013

LOS JÓVENES, ¿LEEN O NO LEEN?




En el artículo Los adolescentes, ¿leen o no leen?, Antonio Rodríguez Almodóvar nos presenta su punto de vista sobre el hábito lector y el tipo la lectura que realizan los niños hoy en día. Es totalmente evidente que los jóvenes leen, la cuestión correcta sería entonces: ¿los jóvenes leen lo que los adultos quieren que lean?

El autor, nos remarca principalmente, que los jóvenes leen los temas que les interesan, y que estos suelen sobrepasar las expectativas del adulto. Es decir, pensamos que una lectura determinada puede ser más o menos adecuada para la edad del lector, por su léxico, tema, calidad, facilidad de comprensión, etc. , casi siempre siguiendo las pautas de cierto canon literario. Pero, ¿realmente son lecturas que interesan al joven?

La comprensión lectora que poseen las nuevas generaciones es muy elevada y en la mayoría de ocasiones supera nuestras perspectivas. Todo ello se debe al bombardeo constante de información que reciben de diferentes medios, como pueden ser la televisión, radio, internet, etc.

Vivimos en la era de la tecnología y las telecomunicaciones, por tanto, el joven del siglo XXI no puede ser igual al de décadas pasadas, sobre todo porque hay un contexto cultural y sociológico que ya no es el mismo. Estamos ante nativos digitales, y ello conlleva a que dominen con soltura las TIC en general, accediendo a la gran variedad de información disponible en estos formatos, y por consiguiente su lectura directa o indirecta.

Si le diéramos a elegir a un adolescente entre jugar a videojuegos y utilizar el ordenador con acceso a internet o leer una novela, su elección se sabría de antemano, por lo menos en la mayoría de los casos. La lectura, que antes era un pasatiempo central, ahora es una obligación que conlleva pereza y pocas ganas. Actualmente, la acción de leer se ve prácticamente limitada por obligación y al estudio, perdiendo su lugar en el campo del tiempo libre, es decir, prevalece la ley del mínimo esfuerzo.

Pero aun con ello, debemos ser conscientes que los jóvenes poseen unos conocimientos previos y una competencia lectora superior a la que creemos, debido a diferentes factores mencionados anteriormente. Entonces, ¿por qué no explotar este recurso ya adquirido por ellos mismos a través de la lectura digital y sacarles el mayor rendimiento?

El hábito lector, como lo conocemos ahora, es algo que se ha ido perdiendo con los años y todavía hoy, se sigue diluyendo. La costumbre por devorarse un libro no es algo que pueda formarse cuando uno es adolescente, sino que empieza desde la niñez. No hay dudas de que un chico que nunca fue incentivado a leer va a tener pocas probabilidades de convertirse en un férreo lector en su juventud. Es cuestión de establecer el hábito lector inicial para que luego se dé naturalmente, y este hábito se forma por motivación e interés del propio lector, nunca por imposición.

Así, debemos tener claro que se debe potenciar el uso de los nuevos formatos de lectura (lectura digital, hipertextual,…), y la elección propia del niño, pero tenemos que erradicar de nuestro pensamiento, la imposición de la lectura que nosotros mismos consideramos adecuada para sus edades. En otras palabras se debería realizar un enfoque más comunicativo y actual del proceso lector, donde prevaleciera la decisión del receptor y su opinión crítica, adoptando nosotros mismos un papel más de orientador y de guía.

En conclusión, para conseguir ser lectores competentes se debe empezar por ser lectores ingenuos, pero al fin y al cabo lectores.